El glaucoma tiene el dudoso honor de ser el principal causante de ceguera irreversible en el Mundo. Es una enfermedad muy a tener en cuenta ya que no tiene síntomas hasta que se encuentra en un estado avanzado. Por desgracia aún no tiene cura, pero existen tratamientos para frenar su desarrollo.

Una persona con glaucoma tiene una elevada presión intraocular. Si se mantiene en el tiempo da lugar a daños en el nervio óptico, el canal que transmite la información visual al cerebro. Como consecuencia el paciente comienza a perder visión periférica y corre el riesgo de quedarse ciego si no recibe tratamiento.

Hay personas que al querer someterse a una cirugía ocular descubren durante las pruebas preoperatorias que sufren glaucoma. Es dramático ya que uno pasa de querer mejorar su calidad de vida, a descubrir que sufre una enfermedad crónica. Para colmo al paciente con esta patología se le desaconseja la cirugía refractiva.

Las estimaciones actuales indican que la mitad de pacientes con glaucoma aún no han sido diagnosticados, principalmente porque son personas que nunca van al oftalmólogo hasta que perciben que algo no va bien y quizás entonces es demasiado tarde.

Glaucoma, factores de riesgo

El principal factor de riesgo del glaucoma es la edad. Las estimaciones actuales indican que el 2% de las personas mayores de cincuenta años sufre este problema. Pero entre los mayores de 75 podrían ser 1 de cada 10.

Si una persona tienen antecedentes familiares de glaucoma o diabetes, si es miopes o hipermétropes, si tiene hipertensión, si toma cortisona o esteroides desde hace tiempo, si ha sufrido una lesión o traumatismo grave en los ojos, o si tiene el nervio óptico agrandado también tiene mayores probabilidades de sufrir esta enfermedad.

Es importante hacer una visita al oftalmólogo con cierta regularidad. Más aún si nos afectan algunos de estos factores de riesgo indicados. De lo contrario el glaucoma se podría empezar a desarrollar sin presentar síntoma alguno.

Tratamiento para glaucoma

Hoy por hoy el glaucoma es irreversible, pero gracias al tratamiento podemos frenar su progresión. La primera opción son los medicamentos tópicos (colirios), si los fármacos son insuficientes se puede optar por terapias con láser o cirugía.

En cualquier caso, para que estos tratamientos sean efectivos lo primero es diagnosticar la enfermedad, además un diagnóstico temprano puede evitar más del 90% de los casos de pérdida de visión.